domingo, noviembre 26, 2006

Medianoche



el cuarto da tumbos
en medio de mi sueño con telarañas
y en el temblor de mis manos
las imágenes surgen mareadas
en la no vigilia estamos juntos/ nos damos besos/
nos hurgamos traviesos/estamos calientes
nos recorremos carnales en medio de esta niebla implacable
de esta lluvia que no cesa de arañar la tierra
la agonía de la eternidad me persigue/ en la humedad de la noche y sus goteras
mi aliento es ácido
y todo este olor a sexo te gusta

como enredaderas aparecen los pensamientos inconexos
de pláticas con personajes, de lámparas arruinadas en mis ojos
de futuros en islas desiertas, de historias de amos y esclavos
el aliento se vuelve más ácido
la baba corre por la barbilla
espesa la saliva trepa al revés,
de puro deseo

estoy profundamente dormida en vos
balbuceo palabras extrañas para los humanos
disimulo la estremecida piel y el pellejo
envuelvo mi cuerpo en las ropas frías/ en un par de sábanas que no alcanzan a darme cobijo
casi me visto –en el acto-, por la vergüenza, como si fuera de día
me cuesta reconocerle a los nadie que todavía y con el cuerpo te amo

la conciencia desaparece en este forcejeo de pesadilla dulce, de añoranza
tengo miedo de tu aparición continua en la habitación/de ésta, tu materialidad comprobada
después de largas ausencias y abundante rabia/ te desvestís conmigo
cada vez que me pienso menos/ logro sentirte más debajo de estas frazadas
los muslos se contraen/ la respiración pesada
la hiedra sube por los muros del cuarto
las plantas crecen pegajosas y oscuras

mastico tu lengua
la envuelvo en la mía
te digo al oído todo lo que hemos guardado
la complicidad de la habitación cerrada
la medianoche inventada al doblar los ojos
la no-vigilia/ el sueño profundo de los culpables

mis brazos están en tus piernas
tus piernas desparraman mis caderas
los estómagos se buscan
para disimular las clavadas que nos damos de centro a centro
nos penetramos callados
clausuramos las ventanas

el cuarto dando tumbos
en medio de mi fantasía con telarañas

Ella irrumpe, abre la puerta
su semblante de décadas contenidas y correctas
me descubre la turgencia y me provoca esa vergüenza como si fuera de día
salgo de entre las colchas y le pido perdón con la mirada
como si yo no tuviera diez años más que quince

vos estás escondido bajo la cama
mientras, yo vuelvo a mi almohada
para volver a soñarte en la medianoche
y seguir disimulando las clavadas que nos damos de centro a centro
ricas
y absolutamente imaginarias
(y es que el amor es una incertidumbre demasiado prolongada)

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