lunes, febrero 09, 2009

De ministros y periodistas

En el piso cinco del edificio de Gobernación, entre Horacio y Homero en la colonia Polanco, los futuros corresponsales y ministros de culto que anhelan regularizar su vida en México hacen fila.
Me parece curioso. Nunca había estado en la misma categoría burocrática junto a religiosas y padrecitos.

-Qué dios le de paciencia- le dijo una monja al de la ventanilla y completó: Aunque parece que usted ya la tiene.

El hombre sonrió.

La mujer de hábito se despidió luego de otorgarle varias bendiciones.

Un día más tarde platicaría con Juan Martínez al respecto de la más actual de sus frases famosas: “Odio a todo aquel que trabaje detrás de una ventanilla”. Me pareció lúcido.

-Yo también, le dije.

Sin pensar en las consecuencias de manifestar odio por el proletariado explotado, justificando el motivo de mi afirmación en el día que una empleada de migración me dijo:

-¿Cree usted que con ese cuerpecito le voy a creer que viene a estudiar a México y no a otra cosa?

Al final me creyeron y estudié tres años en la mejor universidad de América Latina: La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Me gradué de maestra en Comunicación ‘con honores’.

Anaïs Abreu –poeta del megáfono- siempre que comento que recién me gradué, agrega ‘con honores’. A mí me da un poco de falsa modestia pero sonrío.

Ahora busco trabajo, estoy esperando la segunda etapa de una entrevista en el séptimo piso del toreo de Cuatro Caminos.

Me levanté temprano. Últimamente lo hago. Al principio del año todo está agitado, dentro y fuera de mí. Tengo muchos pendientes acumulados y poca gente motivada a pagarme.

Hoy en la mañana, al café con Marce, Edu y Keren, repetí una vez más mi sueño de toda la vida: “Quiero un mecenas”, una especie de genio de la lámpara que crea en esta joven ‘escritora y periodista’ y así, cómoda, lo más cerca del mar posible, escriba muchos más poemas, ordene mis cuentos y encuentre el hilo de mi novela, viaje por el mundo, aprenda a manejar bien un automóvil, coma mucho jocoque con pan árabe y jalea de mora azul, no ande por ahí ‘coyol quebrado, coyol comido’ y, sobre todo, las poetas del megáfono y yo andemos de gira lo más posible.
Dice Ylva que el sábado, día en que conmemoraremos mi natalicio, haremos un brindis porque en el 2009 todos tengamos amor. Pero del feliz. Porque el año pasado, ella y sus amigas se equivocaron en la petición y solo dijeron ‘amor’, cosa que dicha al aire, solo así, puede prestarse a malas interpretaciones. “Pero tuvimos mucha pasión”, convenimos. Pero ese es otro cuento.

Para mientras, escribo garabatos en mi libreta de ‘periodista’, en el séptimo piso de un edificio color naranja cerca del Toreo de Cuatro Caminos. Divago, como aprendí a hacerlo desde que a los seis años descubrí que el tiempo gastado no vuelve atrás y que la figura que refleja el espejo es uno mismo.
Pienso por qué los ministros religiosos y los periodistas formamos parte de la misma categoría migratoria. Se aceptan sugerencias. Veo al hombre serio que examina a los solicitantes de empleo, en plena época de crisis mundial. No pienso nada en particular sobre él.

Espero. Queridos lectores: Hagan changuitos, crucen los dedos para que hoy me den trabajo o para que un día de estos me encuentre un mecenas.

Pd: No seguí la línea de selección para ‘Comportamiento Empresarial’, porque eran unos negreros y pesados de lo peor, capitalistas y mala leche que echaron a un muchacho del proceso por pedir permiso para ir al baño. Le leí estos pequeños garabatos, mientras caminaba a tropezones por Belisario Artiga, a mi editor de poesía, Arturo Teherán, a quien me encontré por ‘casualidad’ hoy en Bellas Artes. Especie de genio de la lámpara que creyó en mí y publicó el año pasado mi manuscrito ‘Sucias palabras de amor’ y que sabiamente apuntó: ‘Lauri, puedes tener un trabajo y un mecenas. Puedes tener las dos cosas’.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lauri García Dueñas:

Es una falta de respeto, por muy poeta del megáfono que seas, no dejar ni un mísero comentario en el pequeño homenaje que rendí a tu persona en mi blog.

No sé en El Salvador, pero aquí (en mi corazón de alcornoque) esas cosas son de muy mal gusto.

Atte con queso

Ximena de Tavira.

Lorena Illoldi dijo...

Ud. puede tener no una, ni dos, sino tantas cosas como quiera: un empleo digno, poesía, el amante, la camioneta, más poesía, los mecenas, etc., etc., etc.

Nomás pida.