jueves, marzo 12, 2009

realismos

realismo

un silencio deíctico de manos atadas

la luz encendida en la ventana de un cuarto piso

tener cerillos y no cigarros

una muchacha cargando una bicicleta

un centro de monitoreo con cámaras ocultas

el rostro de un hombre desconocido

irle al peor equipo de fútbol

Bob Kaufman y sus poemas bonsái

la mujer con el cabello lleno de lunitas

un buen día para tomar el sol

a este mes se le perdieron dos días

el ruido del vagón llegando

la huella mnémica de una mujer dormida a la par de una mandarina

tener frío y que sea domingo

ver los rostros cansados por la noche

recordar que una vez jugamos al tenis

la mueca estable de la abulia: ‘me da absolutamente igual’

intentar cazar un verbo y no encontrarlo

abrir el diccionario para buscar la palabra ‘afasia’

el mal olor de una habitación alfombrada y con una sombra en el piso

la rabia por emocionarme antes de lo debido

un tratado mental sobre el tiempo y la edad

descubrir que los problemas de encías causan deficiencias en el terreno de lo cognoscitivo

faltan dos estaciones para transbordar

caminar arrastrando las cintas de los zapatos

reconocer una sonrisa en el vagón

escuchar una conversación absurda sobre toros y sueños

ver una señora hablar a solas cargando la pierna de un maniquí

comprar agua para beber

el perejil de ayer sigue en la mesa de la cocina

vacilar

empezar a aceptar las cosas como son.


realismo con vos

un silencio deíctico de manos atadas

vislumbra la luna luego de una siesta en la explanada

la luz encendida en la ventana de un cuarto piso

trasluce un cuerpo que se mira al espejo.

Tener cerillos y no cigarros

no importa esta tarde en que nada discrepa, ni siquiera

una muchacha cargando una bicicleta.

Esto es

un centro de monitoreo con cámaras ocultas

que no asusta a las miradas discretas ni

el rostro de un hombre desconocido

que se sienta junto a otro cuarenta años menor. En este caso no importa

irle al peor equipo de fútbol

ni descubrir en una compilación el poema que me llevaste a escuchar, mientras tú, ya lejos, con

Bob Kaufman y sus poemas bonsái

Despierto, me froto los ojos, me quito el pasto, camino y pienso en lo que a todos nos hace falta

la mujer con el cabello lleno de lunitas

piensa, como yo, que hoy es

un buen día para tomar el sol

ella quiere y yo también quiero, desaparecer para poder decir que

a este mes se le perdieron dos días

o quizá dos mil años. Me cubro de polvo y pienso en el aeropuerto de Berlín, en

el ruido del vagón llegando

en que observo la vida en estructuras fáciles de adivinar, en

la huella mnémica de una mujer dormida a la par de una mandarina

en

tener frío y que sea domingo

Últimamente me dedico a

ver los rostros cansados por la noche

empezando por el mío, a

recordar que una vez jugamos al tenis

a inmiscuirme en la nada, en

la mueca estable de la abulia: ‘me da absolutamente igual’

Sé que una de tus oraciones preferidas es:

intentar cazar un verbo y no encontrarlo; por eso quiero

darte pistas para que vayas inmediatamente a

abrir el diccionario para buscar la palabra ‘afasia’

como buscando pistas, entre

el mal olor de una habitación alfombrada y con una sombra en el piso

Grito y me humedezco por

la rabia por emocionarme antes de tiempo

Reincido en mi incapacidad de trascender

un tratado mental sobre el tiempo y la edad

mientras hago una mueca a todos los atardeceres de todos los tiempos de todos los hombres que contemplan. Los muchachos algún día tienen que

descubrir que los problemas de encías causan deficiencias en el terreno de lo cognoscitivo

Voy a mi casa, es noche

faltan dos estaciones para transbordar

me siento como si cargara un piano y tuviera que

caminar arrastrando las cintas de los zapatos

Me alejo, no quiero

reconocer una sonrisa en el frente del vagón

y aunque me tapo los oídos con tantos recuerdos y posibilidades, recuerdos y posibilidades, recuerdos y posibilidades, no escapo, tengo que

escuchar una conversación absurda sobre toros y sueños;

el arte conceptual me persigue y me sigue frustrando

ver una señora hablar a solas cargando la pierna de un maniquí

Hay que entender a Heráclito, pienso, no sólo

comprar agua para beber

Desaparezco, otra vez pienso,

el perejil de ayer sigue en la mesa de la cocina

y yo entre el diccionario y el

vacilar

Las cosas me tiene que aceptar como soy, tengo que

empezar a aceptar las cosas como son.

Empezando por aceptar que mi pelo es feo.


3 comentarios:

m a r i e dijo...

disfrute mucho leerte

costa sin mar dijo...

ahhhh, no mames!!!!! bien pinche aferpop el texto, jajajajjaja
me gustó!!!!

Sor Juanais dijo...

YO TAMBIEN QUIERO ACEPTAR LAS COSAS
COMO SON.