lunes, abril 09, 2012

Navachiste número cuatro


Por cuarto año consecutivo, viajé a la bahía de Navachiste, en Sinaloa, México, y otra vez me sentí afortunada por el cariño con que nos trata la comunidad, los pescadores, las cocineras, el ambiente que se genera debajo del mesquite, la boda de mis amigos Zaria Abreu y Franco Narro, cuya ceremonia fue un paréntesis entre el dolor del mundo y cuya unión fue como ver caer un meteorito, el hecho de que me haya acompañado El Muchacho y hayamos bailado, visto películas en la palapa y leído en las fogatas y platicado largamente frente al mar, mientras veíamos pasar las lanchas y la luna salía del horizonte como un sol nuevo. Yaxkin dijo que nunca olvidaríamos la especie de esponja marina que dejaba a su paso una estela púrpura. Los amigos (Mavi, Jhonnathan, Karen, Aurelio, Sandino, Yohanna, Paty, Yaxkin, Zaria, Franco, Juan, David, Bernardo y todos) fueron de nuevo la celebración, la com-unión.
Me gusta pensar que la poesía es así, tan rica como estar con los amigos frente al mar, empinándonos las ballenas.

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