viernes, diciembre 20, 2013

En la butaca del horror


“Es el infierno que se mira, sentado en el sillón de la sala, frente a la ficción”, J.E.G.C.


“El infierno está vigilado. Es el infierno que se mira, sentado en el sillón de la sala, frente a la ficción”, dice Jerónimo Emiliano Gómez, escritor mexicano.

Tal vez fue el ruido de los helicópteros y cohetes, el haber seguido tan de cerca el desalojo del Zócalo, el haber tenido la mala idea de ver 'el grito de la independencia' por televisión y comprobar que había mucha gente vitoreando al presidente sobre la plaza pública que solo días antes había 'limpiado' la policía federal.
O haber comido tanto pozole y compartido con la familia del Muchacho, y al mismo tiempo extrañar al paisito y mi familia.
Tal vez por eso anoche casi no pude dormir y soñé que Alguien le decía a un presidente: "Todavía no te hemos entregado el país". O tal vez fue caminar esta mañana por las calles de Santa María la Ribera y ver a una familia de indigentes que todavía no había despertado de su sueño entre cartones y periódicos. Y sobresaltarme cuando pasaron más helicópteros y aviones.
O tal vez escuchar a Fito Páez con su "Mariposa Teknicolor" y volver a ponerla cinco veces y acordarme cuando tenía 20 años y pensaba tantas cosas que sigo pensando y me dolían casi las mismas cosas que me siguen doliendo.
Tal vez fue sentir que ya no soy una adolescente, pero adolezco, y sentir que duele crecer y vivir en 'este mundo'.
"Vi sus caras de resignación, los vi felices llenos de dolor", dice Fito. Tal vez fue que cuando la gente conmemora,  y hay tiempo para pensar, uno piensa este tipo de cosas.
Tal vez fue todo lo anterior.

El horror
En la butaca del horror, frente a la pantalla de la computadora encendida me doy cuenta que ya van 47 fallecidos por dos tormentas tropicales en México.
Hace poco capturaron a una amiga mía, estudiante de letras clásicas, saliendo del metro, durante las protestas en el centro de la capital mexicana. Su foto, cuando fue golpeada por la policía, aparecía también en el monitor y la reduplicábamos en las redes sociales para que la soltaran.
Hace poco vi el documental salvadoreño dirigido por Marcela Zamora donde escuché los testimonios de trabajadoras domésticas que sufren violaciones económicas y sexuales frente al ojo pacho (cómplice) de la doble moral de la clase alta y media de mi país. Donde el gobierno y la asamblea legislativa tienen engavetada una reforma a la ley laboral para que se garantice su salario mínimo y su inclusión obligatoria al Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS)
Hace poco leí una crónica de Juan Martínez donde me di cuenta que, en un hoyo debajo de un paso a desnivel en San Salvador, unos indigentes, entre ellos niños, violaban consuetudinariamente a una indigente hasta que murió.
Hace poco le di seguimiento mediático al descarrilamiento de “La Bestia” donde viajan a diario los migrantes centroamericanos que luego son asesinados, violados, secuestrados y extorsionados por autoridades o bandas del crimen organizado.
Hace poco, Siria.
El artista contemporáneo Taniel Morales comentaba que a veces los niños van a la tienda de mascotas a comprar una tortuguita, la tortuguita vale 15 pesos, pero en la tienda te enjaretan, mucho más cara, la pecera, la alberquita, el buzo y la palmera.
La tortuguita muere, pero como ya compraron la pecera, la alberquita, el buzo y la palmera, pues compran otra tortuguita y así sucesivamente.
El ser vivo ya no es lo importante sino la inversión. Según Taniel, así funcionan los gobiernos, construyen peceras, infraestructuras, y si las personas mueren, bueno, habrá más.
En este permanente dolor de tortuguitas muertas, @Ashauri escribió el otro día algo en lo que se burlaba de esta militancia social de “Causes”. Creemos que con dar ‘Me gusta’ o “RT” en FB y twitter ya estamos haciendo ‘algo importante’.
Embebidos en nuestra “transigente mansedumbre”, como diría José Eustasio Rivera, continuamos. Javier Raya también lo reiteró en twitter: “No sé a qué le llaman ‘conciencia’ si se enteran de la existencia de una idea sin asumir sus consecuencias. Sin que la realidad cambie”.
Hoy leí un proverbio chino: “Antes de iniciar la labor de ‘cambiar el mundo’, da tres vueltas por tu propia casa”.
“No hay revolución que no empiece por La Casa”, escribí alguna vez y lo sostengo. Es aquí, entre estas paredes, que los roles injustos de poder y género, esa huella mnémica de la educación religiosa con su respectiva culpa de la que habla Gramsci, pueden reproducirse o cambiarse.
Por supuesto que no basta darle ‘Me gusta’ o ‘RT’ a las “Causes” sino preguntarnos por qué, qué tipo de educación (adiestramiento) nos proporcionó el sistema económico para que todos los días nos levantemos preocupados solamente por lo que pasará en nuestra vida (qué ropa nos pondremos, qué comeremos, qué miraremos en las pantallas) y no qué pasará en la vida del Otro.
Ese Otro que existe y no es solamente una imagen en la pantalla.
Considero que, cuando el ser humano piense y actúe no solo guiado por su ciego egoísmo, podremos levantarnos de la butaca del horror y dejaremos de estar estupefactos frente a la ficción.

Septiembre de 2013, Santa María la Ribera, México D.F.

Lauri García Dueñas (San Salvador, 1980) Escritora salvadoreña con ‘Residencia Temporal’ en México desde 2006. 

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