miércoles, marzo 11, 2015

Mujeres jóvenes

Preparé estas respuestas, aunque en el conversatorio no las dije así tal cual :)

  1. ¿Cuáles son las barreras culturales y estructurales que obstaculizan el empoderamiento de las mujeres jóvenes?
No sé si estoy de acuerdo con la palabra empoderamiento, me gustan más ideas como inteligencia, fortaleza, independencia, autosostenibilidad. Las barreras estructurales que nos alejan de estos conceptos son la pobreza y la falta de un acceso equitativo a la educación y los espacios de dirección. También la violencia obstaculiza nuestro desarrollo. Y los mensajes misóginos y de inferioridad que en pleno 2015 todavía nos dedica la sociedad y los medios de comunicación. La vigilancia y los prejuicios sobre nuestra sexualidad y reproducción, para mí, también son obstáculos.
Virginia Woolf se preguntaba, a principios del siglo XX en Inglaterra, por qué los hombres bebían vino y las mujeres agua y por qué un sexo era tan adinerado y tan pobre el nuestro, esto en muchos ámbitos sigue sucediendo y hay que cambiarlo radicalmente para beber vino juntos y compartir con justicia los bienes materiales.

  1. ¿Cómo afrontan las distintas formas de la violencia de género?
Hablando en voz alta, desde que era adolescente, las veces que me han dicho piropos insultantes en la calle, respondía, suelo responder con el puño cerrado directo a la cara. Los hombres no están acostumbrado a que los confrontes cuando se sobrepasan, entran en pánico. Cuando en el periódico donde trabajé a los 22 años un editor criticó mi forma casual de vestir escribí un memorandum donde defendía que éticamente la apariencia no es lo importante, en varias ocasiones denuncié a mis colegas por sus bromas pesadas y acosadoras.
Cuando escribía mi investigación sobre “Tribus Urbanas” en El Salvador y un editor quería subestimarme, lo confronté diciéndole que era por ser mujer. Cuando empezaba en el periodismo y no me dejaban escribir del fútbol, insistí hasta que lo logré. Creo que la violencia se afronta hablando en voz alta y “haciendo montón” con otras mujeres y hombres.

  1. ¿Qué esperan de mí los demás? ¿A qué aspiro yo?

Creo que los demás esperan de mí que siga escribiendo y construyendo artefactos verbales cada vez más complejos y sólidos. Yo espero de mí cada día ser un mejor ser humano, desterrar de mi vida los problemas sociales que critico. Deseo ser una buena escritora, profesional, cada vez mejor maestra y, sinceramente, recientemente me reconcilié con la idea de ser mamá. Es uno de mis deseos más fuertes y latentes, así como el de encontrar a alguien que se aviente conmigo a dicho proyecto vital.

  1. ¿Cómo me empodero? ¿De quién es responsabilidad?
Mía y de la sociedad a la que pertenezco. “Soy frágil pero mi espuma es de granito” dice la poeta guatemalteca Isabel de los Ángeles Ruano. Soy fuerte pero no invencible, cuando estoy en dificultades acudo a los que amo y me aman. Reviso mi discurso y mi pensamiento a diario, sobre todo, porque tengo el honor y la responsabilidad de ser maestra. Trabajo en mantenerme crítica y alerta a toda la injusticia a la que el sistema económico nos tiene sometidos a mujeres y hombres.

  1. ¿Cómo contribuyen a la transformación social desde sus trincheras? ¿Cómo alcanzamos la igualdad sustantiva?
Creo que contribuyo a la transformación social desde mi vida íntima como escritora, mujer y ser humano. Tratando de ser equitativa, amorosa, colaboradora en mi casa y trabajo. Reduciendo-reutilizando-reciclando, usando la bici, haciendo comidas sanas, utilizando productos de pequeños productores, cuidando mi lenguaje y comportamiento para no ser violenta, tratando de ser crítica frente a la injusticia social. Siendo cálida con mis compañeros de casa, amigos y estudiantes. Tendiendo puentes colectivos en un mundo de rabia y rencor individualistas. Luchando para ser coherente políticamente. Enamorándome, escribiendo. Creyendo con todas mis vísceras que “otro mundo es posible”, uno más justo para todas y todos. Creo en la utopía social mediante la utopía íntima.


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